La población tampoco ayuda a preservar los espejos de agua que tiene el país. Existe contaminación producida por el ser humano. Los casos más críticos son el lago Titicaca, la laguna Alalay, el lago Poopó y la laguna Concepción
La situación de los lagos y lagunas del país es crítica. Las personas que viven en zonas cercanas a los espejos de agua no pierden la fe en que algún día puedan recuperar la calidad y cantidad de agua que tenían sus espacios acuíferos. El lago Titicaca, en La Paz, llegó a niveles de agua nunca vistos. La laguna Alalay, en Cochabamba, se está secando y la poca agua que hay está contaminada. El lago Poopó, en Oruro, sigue siendo una historia muerta. Lo mismo pasa con la laguna Concepción, en Santa Cruz, que se secó por la deforestación en el lugar.
Estos desastres se deben al cambio climático y la sequía, fenómenos que afectan al mundo entero. Pero también existen otros factores para este panorama devastador, como la contaminación provocada por el ser humano, la deforestación, la ocupación ilegal de tierras y la minería ilegal.
El caso del lago Titicaca empieza a preocupar. En Bolivia apuntan a Perú porque la actividad minera en el departamento de Puno está matando al lago navegable más alto del mundo. Además, el cambio climático también pone su parte: las sequías están provocando que algunas zonas de este lago empiecen a secarse.
Edson Ramírez, experto en geociencias y recursos naturales, explicó que uno de los factores del descenso de aguas en el Titicaca se debe al calentamiento global, pero también a la contaminación producida por el ser humano.
En los ríos de Puno que desembocan al lago Titicaca fluye arsénico, plomo, boro, hierro, manganeso, sodio y otras sustancias potencialmente nocivas. Los vecinos de esta zona peruana no tienen otra alternativa que consumir el agua de los pozos, pues el reparto a través de camiones cisterna es irregular. Hubo bloqueos de carreteras y hasta ahora no hay soluciones. Las mineras ilegales siguen contaminando los afluentes y dañando el Titicaca.