César Apaza: “Me fueron golpeando todo el trayecto, les digo ‘si quieren mátenme’, me siguen golpeando»
Escrito por Boris Bueno Camacho el 26 de enero de 2024
César Apaza se recupera en Villazón, donde vive su madre, luego de haber obtenido su libertad en un juicio abreviado. El dirigente del comité de autodefensa de los cocaleros de Yungas contó que ahora está recibiendo fisioterapia, alimentándose bien y, sobre todo, recibiendo amor familiar luego de haber permanecido preso durante 16 meses en La Paz.
Apaza también ha revelado la forma en que fue torturado cuando agentes no identificados lo detuvieron en el barrio de Villa Fátima, qué pasaba por su mente cuando le dio la embolia en Chonchocoro, cómo logró sobrevivir a la cárcel de San Pedro estando postrado en una cama, entre otros temas abordados en una entrevista con Sumando Voces.
Cuenta que eran las dos y media de la mañana del 22 de septiembre de 2022, cuando varias personas no identificadas, armadas y encapuchadas bajaron de un vehículo sin placas y lo detuvieron entre forcejeos y golpes. “Parecían terroristas, atracadores, maleantes”, indica.
“Me suben a la movilidad, me fueron golpeando todo el trayecto hasta llegar a la calle Sucre, donde me siguen golpeando para hacerme firmar mi orden de aprehensión, que recién ahí me la muestran. Me niego a firmar, les digo que necesito ver a mi abogado, me dicen que primero la firma. Me vuelven a golpear, en el momento de pararme les digo ‘si quieren mátenme’. Me siguen golpeando, lo hacen como cuatro veces, ya en la quinta me tumban al piso y el mismísimo coronel Rojas me pisa de la mano y con el otro pie me da una patada en la costilla derecha y no soporto el dolor y admito firmar la orden de aprehensión”, rememora.
Apaza quedó entonces herido y, según dice, tuvo que curarse con los medicamentos que su hermana lograba introducir al penal a duras penas, porque incluso eso está prohibido.
Ya estando en Chonchocoro recuerda que la semana que le dio la embolia estaba muy estresado y con mucha rabia porque “recibí una llamada y pude escuchar que mis dirigentes, mis propios dirigentes estaban pidiendo tres años de cárcel para mí con la condición de que a ellos no se les ejecute sus órdenes de aprehensión”.
“Me sentí decepcionado, muy bajoneado, durante la semana no quise comer, solamente me puse a bolear, bolear, muy enojado… me fui sintiendo cada vez más mal, hasta que llegó ese día que no me acuerdo más”.
Fue entonces que César Apaza hizo noticia cuando se lo vio inconsciente, postrado en una camilla mientras era ingresado al hospital. Pese a ese episodio, Apaza fue llevado nuevamente a la cárcel, aunque esta vez a San Pedro, donde tuvo que enfrentar su nueva realidad: La mitad de su cuerpo estaba paralizada.
“Han sido los momentos más difíciles de mi vida, necesitaba mucha ayuda para poder hacer mis necesidades, para asearme, necesitaba de dos personas, me asistieron mis compañeros de celda (…) Era difícil para mí, he vivido casi 10 meses sin ver el sol, postrado en cama”, recuerda.
Luego, según cuenta, recibió presiones del Gobierno para declararse culpable de unos 15 delitos relacionados con la destrucción del mercado ilegal de coca de Villa El Carmen. Dice que finalmente terminó accediendo para no tener que salir del penal “en una caja”, pese a que es inocente de los cargos señalados.
De hecho, Apaza recuerda que aquel día de la toma del mercado, cuando una marcha de cocaleros llegó desde Yungas a La Paz, los dirigentes perdieron el control de las bases, que actuaron solas. Luego, el Gobierno admitiría que el mercado era ilegal, pero ni por eso Apaza y otros cocaleros fueron liberados.
En la entrevista, Apaza también arremete contra la Defensoría del Pueblo. Dice que no hizo el seguimiento adecuado a su caso y que el defensor Pedro Callisaya se negó a atenderle en una audiencia, aunque sí enviaba a sus funcionarios a hacerle seguimiento en la cárcel. “A este señor (Pedro) Callisaya le ha quedado muy grande el cargo de Defensor del Pueblo”, dice.
La Defensoría rechaza las acusaciones, indica que hizo seguimiento al caso y que ejecutó 55 acciones para proteger los derechos de Apaza.
César Apaza aún no sabe qué será de su futuro. Entre tanto continúa recuperándose en Villazón, mientras sus cocales son atendidos por su padre en Ocobaya, Yungas.
Piensa que algún día volverá a su pueblo, porque es ahí donde eligió vivir cuando abandonó sus estudios de ingeniería automotriz, carrera que cursó hasta el tercer año.
(Fuente: Brújula Digital con información de Sumando Voces)