El desafío de los guardacostas es visible desde la entrada de su base al sur de Guayaquil, uno de los mayores puertos de exportación de droga en el mundo. Lo que parece ser un submarino de bolsillo sorprende a los visitantes, pero no a ese oficial del comando que debe mantener el anonimato por seguridad.
“Los traficantes han evolucionado, de pequeñas embarcaciones pesqueras pequeñas, han pasado a tener embarcaciones ‘go-fast’, que tienen velocidades muy altas, de entre 40 y 50 nudos de velocidad y, posteriormente, a semi sumergibles”, explica.
“La zona portuaria está muy pegada a la zona urbana que, a su vez, está pegada a la zona de manglar, a las islas del golfo de Guayaquil. Tiene aproximadamente 75 kilómetros de canal navegable para los buques mercantes. Permiten que los grupos delictivos puedan realizar sus actividades “, cuenta.
Equipos de comando acompañan normalmente los buques en el golfo. Luchan también en contra de los piratas que asechan los pescadores. Ese día, la revisión de una gabarra en la cual ocho camiones cargaban 40 toneladas de camarones no detectó irregularidades. Sus compañeros de Esmeraldas, al norte del país tuvieron más suerte hace pocos días al capturar un semi sumergible cargado de más de tres toneladas de droga.
(Fuente: rfi.fr)