En el debate electoral del partido de la semana pasada, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, segundo en las encuestas a gran distancia del expresidente Donald Trump, dijo que en caso de llegar a la Casa Blanca enviará al ejército estadounidense para desmantelar laboratorios de droga mexicanos “el primer día”.
Trump, que no participó en el debate, es de los candidatos que más han defendido estos ataques. La revista Rolling Stone informó recientemente de que pidió a sus asesores “planes de batalla” militares contra México si consigue un segundo mandato el año que viene.
Otros tres candidatos, Vivek Ramaswamy, Nikki Haley y Tim Scott, también han respaldado la idea.
“Podemos hacerlo desplegando allí operaciones especiales… igual que tratamos al EI, se hace debe hacer lo mismo a los cárteles”, dijo.
Expertos en política exterior advierten que hay que tomarse en serio estos llamamientos, que suponen una peligrosa amenaza para la siempre tensa relación de Washington con México.
Aumento del fentanilo
Estos ataques no son una idea nueva. Durante su presidencia (2017-2021), Trump ya se mostró favorable a atacar a los cárteles fuera del territorio estadounidense.
Pero, al parecer, sus ayudantes le convencieron de que no lo hiciera, y nunca se consideró una opción real.
Sarukhán afirma que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha reducido la cooperación con las autoridades estadounidenses en materia de narcotráfico e inmigración ilegal.
Como resultado, los republicanos piden ataques con drones e incursiones nocturnas como los que las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo contra grupos yihadistas en Irak, Siria y Somalia, con pocas consecuencias diplomáticas.
Los republicanos del Congreso propusieron en enero que el presidente tuviera poderes de guerra formales para ordenar a las tropas estadounidenses que actuaran contra las bandas de narcotraficantes mexicanas.
Y en marzo, los republicanos presentaron una ley para designar a nueve grupos de cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras”, una distinción que aumenta la capacidad del presidente para usar al ejército contra ellos.
Fanfarronadas
Brian Finucane, del International Crisis Group, dijo que las declaraciones no debían descartarse como fanfarronadas electorales.
“La postura conlleva riesgos reales”, escribió Finucane en julio, entre ellos una ruptura radical de la cooperación entre México y Washington que podría amenazar aún más la seguridad estadounidense.
“Tales maniobras en el Congreso y la belicosidad en la campaña electoral aumentan la probabilidad de que un futuro presidente pueda considerar tal ataque como una opción real”.
Cuando las conversaciones sobre una acción militar surgieron entre los republicanos a principios de este año, López Obrador las calificó de “irresponsables” y “una falta de respeto” a la soberanía de México.
“No vamos a permitir la intervención de ningún gobierno extranjero, mucho menos de las fuerzas armadas de un gobierno extranjero”, dijo.
Sarukhón dijo que esta postura de los republicanos nace de una “tormenta perfecta”: la combinación de un auge patriótico en la carrera electoral del próximo año y el debilitamiento de la colaboración transfronteriza por parte de López Obrador.
La retórica del debate fue obviamente “carnaza” para los votantes, dijo Sarukhán.
Sin embargo, añadió, “creo que en el fondo, (los candidatos) sí creen en lo que dicen”. Un ataque contra México no sería visto de la misma manera que un ataque antiterrorista contra el EI en el extranjero”, dijo.
En ese caso, México haría aún menos para detener el flujo de migrantes y drogas hacia Estados Unidos.
También es probable que Ciudad de México reduzca el intercambio de información de inteligencia y haga saltar por los aires cuestiones bilaterales básicas, como los pactos para compartir el agua.
“Es un acto de guerra y una violación del derecho internacional”, explicó Sarukhán.
(Fuente: france24.com con información de AFP)