El 29 de julio, cuando el uruguayo Sebastián Marset interceptó a los tres policías bolivianos del servicio de Inteligencia que le venían siguiendo los pasos, se supo las coordenadas de una lujosa residencia en Santa Cruz de la Sierra. Ubicada en la avenida Beni, a la altura del quinto anillo, esa fue la mansión donde vivió Marset con su esposa y sus dos hijos. A esa casona también llegaron sus hermanos Diego y Jimena Katherín.
EL DEBER también supo que las características de las instalaciones provocaron asombro en las autoridades por la capacidad bélica que pudo instalar Marset en un área urbana. De hecho, el 3 de agosto, cuatro días después del hallazgo, el viceministro del Interior, Jhonny Aguilera, reveló la presencia de un “grupo paramilitar” al servicio del narcotraficante. Eso sí, dijo que la Policía deberá estar lista para una acción de tipo armado para su captura.
Los informes que están en manos del Ministerio Público revelan también la vida que tuvo el uruguayo en esa casa y que al parecer no fue la única que llegó a ocupar antes del día en el que fugó. Hasta ayer, la Policía secuestró 21 inmuebles que están vinculados con su presencia en Santa Cruz.
Los documentos también muestran lo sucedido hace 17 días, cuando Marset pudo ser detenido por las fuerzas de seguridad. Se sabe así que, después de las 10 de la mañana del 29 de julio, en la mansión de Marset hubo un movimiento inusual tras detectarse la presencia de los tres policías que estaban a cargo de generar las coordenadas para el operativo de captura. Todo falló porque los agentes fueron neutralizados y “secuestrados” por el personal armado de la fuerza paramilitar que estuvo a cargo de la seguridad de la casona. Además, los integrantes de este grupo irregular accedían a un moderno sistema de videovigilancia, cuyas imágenes están en poder del Ministerio Público.
Tras esa fuga, otro grupo de agentes ingresó a la mansión en presencia de la fiscal asignada al caso, Delmy Guzmán. Realizó una requisa, registró todo y encontró elementos que daban fe de que Sebastián Marset había comprado el inmueble hace poco y al contado. Por eso, la Fiscalía activó una pesquisa por lavado de dinero y puso en el punto de mira a unas 50 personas como sospechosas, mientras que otras 18 fueron enviadas al penal de Palmasola en calidad de detenidos preventivos.
Pero, lo que más llamó la atención es el área donde habitaba el cuerpo de seguridad armado de Marset. Allí se instaló un moderno gimnasio con aparatos de preparación física donde los “paramilitares” de Marset entrenaban siguiendo rutinas diarias con apoyo profesional. Esto se supo por la calidad de los equipos que estaban nuevos; muchos de ellos aún tenían las etiquetas de fábrica.
Además, en el lugar se detectó el furrielato para 80 armas de alto poder de uso militar. Ayer, el comandante general de la Policía, Álvaro Álvarez Griffiths, exhibió 19 fusiles automáticos. En un primer momento, se mencionó 17.
Álvarez indicó que, como resultado de los operativos, ya se afectaron al patrimonio del narcotraficante con $us 23,3 millones.
La mansión solo cuenta de dos plantas. En la requisa del sábado 29 de julio se detectó que una de las habitaciones de descanso se conectaba con el resto de la casa a través de un ascensor. Era el dormitorio de uno de los niños y que al parecer estaba resfriado. Incluso encontraron restos de envases de medicamentos que se le suministraba al pequeño. El ascensor tenía la finalidad de subir y bajar al niño, además de otros insumos.
“Esta es una de las operaciones más complejas que nos ha tocado investigar. Para la Policía es un reto, en mérito a que es una organización criminal compleja. Desde el día uno, encontramos diferentes aristas con un contexto internacional”, explicó Álvarez.
(Fuente: El Deber)