Las memorias de Britney Spears: el aborto junto a Justin Timberlake, la relación con su padre y su internación
Written by Boris Bueno Camacho on 24 de octubre de 2023
La estrella pop publicó el libro The woman in me. En el texto cuenta la época que estaba bajo la tutela de su familia y no podía ver a sus hijos. Además, las noches de bares con Lindsay Lohan y Paris Hilton. Y el breve romance con Colin Farrell
Hoy aparece en Estados Unidos The Woman in me, las esperadas y reveladoras memorias de Britney Spears
Hoy aparece, en Estados Unidos, The Woman In Me, el libro de memorias de Britney Spears. Hace unos días se conocieron algunas de las revelaciones que contiene. El libro trae confesiones, acusaciones, alguna que otra explicación y varias muy buenas anécdotas. Es parte de la nueva vida de Britney, de esa que empezó (o se reinició) a fines de 2021 cuando recuperó el control de su vida. Hasta la salida del libro, el gran canal de comunicación de Britney era su Instagram. The Woman in Me es una mirada vasta sobre su vida agitada, veloz, compleja y muchas veces dolorosa. La mujer que trabajó desde niña, que triunfó en la adolescencia, que tuvo amores célebres, noches de fiesta, éxitos mundiales, presión mediática, varios matrimonios fracasados, una caída estrepitosa y a la viste del público, una larga restricción paterno-judicial y una reciente liberación, cuenta su historia. Y como siempre lo hace con gracia, ternura, algo de ingenuidad y sin esconder demasiado. Como valor extra para los lectores también hay acusaciones a periodistas célebres, intimidades de romances (cuenta un affaire tórrido con Colin Farrell de dos semanas) y secretos de su pareja con Justin Timberlake.
Durante 13 años, Britney estuvo bajo la tutela y curatela de su padre, James P. Spears. La medida de protección fue dispuesta por un juez en 2008, tras dos internaciones de la cantante en instituciones psiquiátricas.
Britney cuenta en sus memorias que hubo un momento durante esos 13 años en el que flaqueó y dejó de luchar, se entregó, vencida, al control que ejercía su padre. Sabía que podía perder definitivamente lo que más le interesaba: pasar tiempo con sus hijos.
Afirma que se dio cuenta de la realidad, recién cuando la tuvieron horas inmovilizada en una camilla, en ese momento supo que podían retenerla el tiempo que quisieran: “Estaba dispuesta a sacrificar mi libertad por compartir las siestas con mis hijos. Era un tratado que iba a aceptar”.
La princesa del pop reveló que tuvo una breve y apasionada relación con el actor durante poco tiempo, tras su ruptura con Justin Timberlake (Grosby)
Britney siempre estuvo bajo la mirada ajena, sus movimientos estuvieron restringidos, vigilados, por los ojos de otros. Es la mujer sin intimidad. Los fans, la prensa, el juez, los doctores, su padre. Escribe: “Me terminaron sacando todo. Los chicos, mi perro, mi casa”.
¿Cómo es la vida de una estrella infantil? Se podría definir con una escena extraída de las memorias de Britney. Cuando tenía 10 años, en medio de un programa de televisión, Ed McMahon, el conductor, le preguntó si tenía novio. Ella respondió negativamente, cuando el presentador insistió sobre los motivos, la nena de 10 años dijo: “Porque son malvados”. McMahon replicó con velocidad: “Yo no lo soy ¿Qué te parezco yo? ¿Podría ser tu novio?”. Britney cuenta que en cámara mantuvo la calma y continuó con la conversación, pero que apenas fueron al corte se largó a llorar desconsoladamente.
Después del éxito con el Mickey Mouse Club (junto a Justin Timberlake, Christina Aguilera y Ryan Gosling entre otros), Britney, ya adolescente, quería volver a su casa, a su ciudad, a sus amigos, a volver a ser alguien normal e ignoto. Estaba decidida a dejar esa etapa de su vida atrás, que la celebridad fuera cosa del pasado. Tenía 15 años y deseaba disfrutar de su adolescencia. Pero la madre tenía otros planes para ella. Contactó a un abogado al que había conocido mientras recorría cada oficina de Holkywood buscando castings para su hija. El hombre le consiguió un contrato discográfico. Britney tenía 15 años y esa decisión de su madre trajo varias consecuencias inmediatas: Britney no pudo bajarse, no pudo volver a su casa, el abogado se convirtió en su manager y Britney en una estrella global.
Ese paso, esa transformación, no fue fácil para ella. Pasó de ser una chica que hacía castings y cantaba en shoppings a una rutilante figura pop. La repercusión ya no tenía nada que ver con actuar en un programa infantil. La transfiguración se produjo casi como por acto de magia, sin transiciones. El truco se llamó Ooops I did it again.
La gira por todo Estados Unidos fue una consecuencia lógica. Sus compañeros de cartel, también. N’SYNC, la banda de varones adolescentes que enloquecía a las chicas. Unos de sus integrantes era Justin Timberlake. El romance entre ellos fue casi inevitable, casi tanto como la repercusión desmesurada del mismo en los medios.
Britney define a la relación como “magnética”. Cuenta que él la dejó por mensaje de texto y que ella quedó devastada. “Hasta pensé en abandonar la música”, afirma.
El fragmento de los anticipos del libro que más difusión obtuvo, sin dudas, es en el que narra el aborto luego de quedar embarazada de Justin. Britney no veía el embarazo como una tragedia, ella quería tener el bebé. Pero Justin no estaba de acuerdo. La noticia no lo alegró. Creía que eran demasiado jóvenes, que ya tendría otra oportunidad. Y convenció a la cantante para abortar.
Se detiene en un momento en particular, en la aparición del video de Cry Me A River, un tema de Timberlake que terminó siendo muy exitoso. Un chico camina bajo la lluvia con el corazón roto porque la chica con la que salía, su chica, lo dejó por otro. Britney tiene algo para decir de ese hit de MTV: “La chica del video era muy parecida a mí y engañaba al novio. Todos supusieron que esa era la historia real. Yo quedé como una puta, una malvada que había roto el corazón del chico dorado. La verdad era que en ese momento yo estaba en mi casa de Louisiana en estado comatoso y él se paseaba feliz y haciendo de las suyas por Hollywood”.
Britney destaca un momento en particular y lo considera un punto de quiebre en su vida. Obligada por su padre y su manager, le da una larga entrevista a Diane Swayer, una estrella del periodismo televisivo. Sawyer, como el resto de la gente, dio por supuesto que ella había engañado a Justin. Britney cuenta que el rumor tenía algún asidero ya que una noche se había besado con el coreógrafo Wade Robson, que con el tiempo se haría conocido por ser uno de los dos denunciantes de Michael Jackson en el espeluznante documental Leaving Neverland. A raíz de la salida del libro, este breve romance reactivó las polémicas. Varios salieron a decir que el vínculo entre Britney y Robson fue mucho más profundo (y activo) que un beso de una sola noche. Aclara, también, que los rumores y hasta los datos de las infidelidades de Timberlake eran profusos. Diane Sawyer le preguntó: “¿Qué le hiciste a Justin? ¿Qué fue lo que le causó tanto dolor?”. El público, y hasta el periodismo, había tomado como real la ficción de un videoclip. “Me sentí señalada y explotada delante del mundo entero. Esa entrevista fue un parteaguas para mí”, escribe Britney en su libro.
En sus años salvajes algunas de sus acciones más célebres incluyeron ataques a fotógrafos, casamientos de una noche en Las Vegas o raparse su cabellera
Naturalmente en el libro se refiere a la prensa y a los paparazzis. Recuerda sus noches con Paris Hilton y Lindsay Lohan y la manera en que la prensa las reflejaba. “Nunca fueron tan salvajes como ellas decían ni como intentaban mostrar”, afirma. Niega que tuviera problemas severos con el alcohol o que consumiera drogas duras. Confiesa, eso sí, una adicción, o al menos un problema, con lo que llama su droga “de elección”, el Aderall, un medicamento que suele darse para el déficit del trastorno de atención y que según Britney la ayudaba durante unas horas a sentirse menos deprimida.
Por supuesto, también, habla de aquellos episodios que llegaron a los medios pero que no tuvieron que ver con sus canciones y discos. La vez que se rapó o cuando desde el auto atacó a los fotógrafos que la acosaban: “Fueron momentos en los que el dolor me abrumaba. Se había muerto mi tía Sandra, los problemas de la separación, la lucha por la custodia de mis hijos con Kevin Federline. Estaba fuera de mí, perdía el control una y otra vez; no sabía ni podía cuidarme a mí misma”.
Es conmovedor el fragmento en el que narra los problemas de esos años (las muertes cercanas, el divorcio, el alejamiento de los hijos, los vaivenes profesionales, los fotógrafos persiguiéndola, el mal manejo de la fama) y su dificultad para afrontarlos cuando se le acumulaban: “Por momentos pensaba como una nena”.
Dedica largos pasajes a sus padres y al modo de ejercer la curatela que la justicia de California le impuso para que cuidara de los bienes de su hija y de su persona. Cuenta que su madre le daba bebidas alcohólicas cuando ella tenía 13, que perdió la virginidad a los 14 o que el padre todo el tiempo la hostigaba con su peso y le remarcaba que estaba gorda, que debía hacer dieta: “La gente habla de mi cuerpo desde que soy adolescente”.
Ese cuidado del padre convertido en curador se convirtió en control y en un monitoreo permanente que incluía con quién podía tener una cita o el veto de algunos acompañantes con los que pasar su tiempo libre. De salir todo el tiempo y de vivir de fiesta pasó a tener una vida monacal; la mayor parte del tiempo la pasaba sedada: “Los guardias me entregaban paquetes con medicinas que yo debía tomar puntualmente sino no se retiraban de mi lado. En el celular habían instalado aplicaciones para controlar mis movimientos. Siempre estaba controlada, vigilada. Todo el tiempo”.
Se queja con amargura de que la tutela la redujo a ser una nena o a algo peor: una nena robot. Una sombra de lo que alguna vez había sido. Y se queja de que los artistas varones pueden dilapidar su dinero, abusar de sustancias y tomar malas decisiones y que nadie interfiere, ni se los impide. A ella la hicieron actuar y cantar cuando no quería hacerlo y hasta le implantaron un dispositivo anticonceptivo, que, finalmente, logró que el juez autorizara a remover porque ella quiere tener más hijos.
Britney Spears se desnuda habitualmente en sus redes sociales. Dice que es una forma de celebrar su recobrada libertad
Ese control, según Britney, se extendía a otros ámbitos. Varias veces, dice, habló en las entrevistas con los diarios y en televisión sobre la custodia y la falta de libertad que sufría, pero esas declaraciones nunca llegaban al público. Subraya con sarcasmo que eso le parece extraño.
“Yo sé que mi conducta era salvaje. Pero nada de lo que hice justifica que me trataran como si fuera una ladrona de bancos. Nada justifica que dieran vuelta mi vida. Era alguien demasiado enferma para elegir novio. Pero lo suficientemente sana para participar en programas de televisión o para actuar delante de miles de personas en cualquier parte del mundo cada semana. Tenía la sensación que yo estaba en el mundo sólo para que él tuviera plata. Varias veces lo escuché diciendo: ‘Ahora, yo soy Britney Spears”. Sus actuaciones generaban millones de dólares. Ella podía disponer nada más que de 2.000 dólares semanales mientras su padre y otros hombres que él había contratado tenía salarios siderales.
Otro segmento estremecedor es cuando cuenta su internación de varios meses y el estricto régimen de vida que llevaba. Su padre la obligó, bajo extorsión, para que ingresara. Le suministraron litio. Sólo podía ver televisión una hora por día, poco antes de acostarse a las 9 de la noche. Las normas eran rígidas y las costumbres espartanas. Asegura que fue encerrada durante meses contra su voluntad: “No podía salir. No podía manejar. Me sacaban sangre cada semana. No podía bañar a solas. Ni siquiera podía cerrar la puerta de mi habitación”.
Britney Spears y Sam Asghari se casaron en 2022 pero el matrimonio duró menos de un año. En el medio perdieron un embarazo (Backgrid/The Grosby Group)
Se sorprende por la cantidad de material documental que se produce en los servicios de streaming y en las redes sobre su vida. Los ve todos y se conmueve con el cariño de sus fans y con las campañas que clamaban por su liberación (#FreeBritney), aunque también se enoja con aquellos que alguna vez fueron cercanos y brindan testimonios que la dañan o que siente que abusaron del acceso a la intimidad o de su confianza. Y que se prestaron al pedido de los productores de los documentales sin preguntarle a ella.
El final de la tutela fue una gran alegría y alivio para Britney. Se enteró de la noticia mientras disfrutaba del sol de Tahití: “Me invadió una sensación de tranquilidad y alivio. El hombre que me había atemorizado cuando era niña y que había controlado cada paso de mi vida adulta, el que más había hecho para minar mi confianza, ya no tendría injerencia, ya no estaba al mando de mi vida”. Detalla algunas de las secuelas que le quedaron. Migrañas habituales, daño emocional, falta de fe en sí misma: “Mi familia no es consciente del terrible daño que me hizo”.
Discute también con los que sostienen que esa intervención de su familia, la tutela y curatela de más de una década, le salvó la vida. Dice que están equivocados, que su vida es la música y que la curatela en ese sentido fue letal para ella, aniquiló su vida musical, la música que nacía en ella, ese control permanente aniquiló su alma.
En los últimos tiempos, desde que se levantaron las medidas judiciales, Britney se casó y se divorció, anunció un embarazo y su pérdida, publicó dos canciones, subió desnudos a Instagram y ahora publicó estas memorias en las que cuenta, con el corazón en la mano, su vida, breve pero convulsionada.
(Fuente: infobae)