El periodista que destapó el caso Pica: Investigación periodística, relato de un violador y una “reacción nunca vista”
Written by Boris Bueno Camacho on 14 de mayo de 2023
Julio Núñez es parte del equipo de la investigación del diario El País, que destapó el caso del sacerdote Pedrajas. Está en La Paz. Destaca la “reacción insólita” del Gobierno y de la Compañía de Jesús.
“No soy protagonista en esta historia”, aclara. Enfrente de la Basílica de San Francisco, en La Paz, Julio Núñez habla de los casos de pederastia en la Iglesia Católica. Él es parte del equipo de investigación periodística del diario español El País, que desde 2018 rastrea sucesos como el del sacerdote Alfonso Pedrajas. Está en Bolivia para, “siempre desde el respeto y siempre protegiéndolas”, conocer a las víctimas y al país del que escribe casi todos los días.
Observa la plaza San Francisco. Morenadas y cumbias enmascaran su voz. El periodista de la sección de sociedad destaca “la reacción insólita” de la Compañía de Jesús y de las autoridades del Gobierno boliviano. Considera que el caso de Pedrajas “está conectado, temporalmente o cronológicamente, con otros”.
Con un tema tan escabroso como la pederastia en la Iglesia y teniendo un panorama tan grande, en sus años de investigación, ¿cómo llegó a un tema tan específico en Bolivia?
La investigación no parte del hecho de investigar Bolivia. El País ya llevaba bastantes años, desde 2018, investigando este fenómeno en España. Durante esa investigación, el diario habilitó un correo electrónico para que las víctimas y testigos pudiesen escribirnos para contarnos su historia, ya que la Iglesia era una institución demasiado cerrada y nunca nos aportaba datos de los casos que conocía. A partir de 2018, nuestros textos llegaron a Latinoamérica y empezamos a recibir textos, noticias y relatos de las propias víctimas que nos escribían. En 2021, a finales, después de una larga investigación y de constantes publicaciones con repercusión política y mediática, nos escribió el sobrino de Pedrajas. Nos dijo que necesitaba hablar con nosotros y ahí fue que nos reveló, después de varias conversaciones, que tenía un diario, en el que su tío Alfonso Pedrajas, alias Pica, admitía que había abusado de decenas de menores de edad y cómo la Iglesia Católica, la orden jesuita, le ayudó, encubrió y tapó esos delitos. A nosotros se nos presenta ese caso, como tantos otros, e iniciamos la investigación. Claro, con la complejidad que llevaba que era un caso en el que todos los hechos sucedieron en Bolivia de un jesuita español, así que fue que con esos datos El País se puso a trabajar.
¿Cuánto tiempo se invirtió? ¿Qué fue del diario?
Desde que esta persona escribe al diario El País y se publica el reportaje pasan nueve meses. A lo largo de esos meses, primero iniciamos un trabajo de análisis del diario, qué contenía y cómo lo contenía. Luego, de corroboración de lo que decía ese diario. Había que corroborar frase por frase, primero que ese diario sí pertenecía a Alfonso Pedrajas, porque el diario era un documento escrito en ordenador. Él lo había escrito en una página de word, no era manuscrito. Eso suponía una complejidad para saber la veracidad del asunto. Ahí iniciamos un análisis extenso, hablando con personas que sabían de la existencia del diario, que lo hicieron llegar a España, etc. Luego hablamos con allegados y víctimas de las personas, que no habiendo leído el diario, corroboraban, en conversaciones, cosas que el mismo Pica contaba, del contexto y de la situación. Luego de las conversaciones con las víctimas, empezamos a ver un poco más allá, a ver quiénes fueron los encubridores y a empezar a ver qué era lo que estaba más corroborado que teníamos. Había cierta información que hablaba de la vida de Pica, como jesuita, en el que se podía intuir que estaba hablando de abuso, pero a lo mejor no era tan contundente, como lo que hemos publicado.
El diario contiene 384 páginas, a cuatro, es un legajo muy grande. Entonces, claro, la información había que analizarla profundamente. Había mucha información y contrastarla se ha hecho en su plenitud. Se seleccionaron las pruebas más contundentes, porque, al ser tan extenso, no podíamos hacer un reportaje de 80 mil palabras. Había que dar primero la información que luego hemos ido completando.
Entonces, en ese primer reportaje que teníamos planeado era coger esos pasajes para que el lector, tanto en España como en Bolivia, viese que lo que estaba diciendo Pedrajas no eran insinuaciones, eran cosas contundentes. Cómo abusaba, cómo esta persona lo encubrió, cómo pidió ayuda y cómo a lo largo de los años era una impunidad total lo que sucedía cuando abusaba de los menores. Luego, a raíz de todo ese trabajo comenzó la escritura del texto y todo el diseño de cómo presentarlo al lector, a través de cómo podíamos llegar a ese contenido audiovisual de fotografías, de audios, de maquetación… para que el lector supiese que estaba leyendo, a la vez, una parte de un diario de reflexiones. Todo el proceso duró nueve meses. Pudo haber sido más, pero había una necesidad de publicar para seguir investigando el caso, a raíz de la publicación, que es lo que ha sucedido, relativo al diario y a los compañeros de Pica.
¿Desde cuándo investiga a la Iglesia Católica?
Desde octubre de 2018. Un año antes había sido becario del periódico El País y nada más al terminar lo que se llama la beca y tal, en octubre de 2018, entré a trabajar en la sección de sociedad y se me asigna escribir sobre la Iglesia y demás. Fue en ese momento en el que la directora de por ese entonces, Soledad Gallego, decide que en España no había salido el escándalo que había salido en Francia, en Alemania, en Irlanda, en Estados Unidos… Entonces, la directora presentó el interrogante: ‘¿Qué sucede en España? ¿Somos una excepción? ¿Aquí no pasó nada o tenemos que investigar?’. Ahí iniciamos la investigación. Empezamos a hablar con la Iglesia, que no aportaba datos, hicimos el análisis de las sentencias digitalizadas en España, a nivel general. Localizamos las que hacían referencia a sacerdotes y religiosos que habían abusado y sólo encontramos 36. Fue en ese primer reportaje en el que hablamos del silencio de la Iglesia ante este tema, que incluimos un email, que es abusos@elpais.es, con la intención de que si había alguna víctima o testigo, pues, que pudiese contarnos, nosotros haríamos la investigación. La sorpresa fue que tras la publicación de ese reportaje, el mail se llenó por centenas. Ya recibimos más de mil. Claro, cada vez que sacábamos un caso, como ha sucedido ahora que sacamos el de Bolivia, hemos visto cómo a ese buzón llegaron decenas de mensajes referentes a Latinoamérica de casos de abuso. Las víctimas, en general, no confían en la Iglesia para contarlo. Cuando ven que alguien lo hace, hay un efecto dominó. Ahí fue donde yo empecé, junto con un compañero, y luego se creó un equipo de investigación que continúa vigente, con mi compañero Íñigo Domínguez, que sigue publicando casos. De hecho, fue Íñigo Domínguez, en 2019, quien sacó el caso de Luis Tó, ese jesuita español al que los jesuitas, después de haber sido condenado en 1992, por abusar de una menor, lo envían a Bolivia. Un jesuita que aparece, como aparece en el reportaje, citado por Pica, que es una prueba más de que cómo la orden, en su momento cuando nos mandó la información de que no estuvo en contacto con menores, nos mintió, porque luego se pudo saber en nuestras publicaciones que esta persona siguió en contacto con menores en Bolivia.
Hay archivos secretos en la Iglesia Católica en los que se evidencian los abusos, con su experiencia, ¿se puede acceder a ellos con un derecho de petición?
En 2019, el Papa decide cambiar la normativa canónica, es decir, el derecho propio que tiene la Iglesia a la hora de tratar estos temas. Hasta ahora, lo que hacía la Iglesia era recibir la denuncia, lo tapaba y trasladaba a esa persona. Como mucho, si la víctima denunciaba el caso ante la justicia, cosa que la Iglesia intentaba evitar, el sacerdote podía acabar en la cárcel o multado, pero esto obedecía al poder jurídico de cada país.
En 2019, el Papa ordena a toda la Iglesia universal a crear oficinas de atención a las víctimas y de abrir una investigación cada vez que una persona acudiese a estas oficinas y no realizase sólo una denuncia formal o si sólo la Iglesia escuchase un rumor. Eso no se llevó al cabo del todo. Según las pruebas que vimos en España, hay diócesis que sí lo hicieron, pero hay otras que han ocultado, por ejemplo, la información relativa al acceso a las oficinas en internet, víctimas que accedieron no fueron bien tratadas, etc. La Iglesia está obligada a abrir un proceso canónico, a investigar al acusado, si sigue vivo, pero si no sigue vivo, a denunciar el encubrimiento. ¿Qué hizo la Iglesia Católica en Bolivia? Hizo algo insólito. Nada más al publicar el diario El País, abrió una investigación y apartó a los ocho antiguos provinciales que encubrieron a Pica. También es verdad que la Compañía de Jesús recibió la denuncia de una víctima y el aviso del sobrino de Pica y no abrió una investigación canónica, aunque ella luego haya dicho que sí.
La Iglesia tiene archivos propios, son archivos secretos que no tiene la obligación legal de revelarlos. Pero con la experiencia de Estados Unidos es que esos archivos pueden contener cartas, denuncias y acusaciones de víctimas y confesiones como las del padre Pica. Estos archivos son esenciales en cualquier investigación. Se ha visto en investigaciones en EEUU y Alemania, donde aparecieron documentos que revelaban que el Papa Benedicto XVI pudo estar implicado en tapar casos de abuso cuando era arzobispo de Múnich. En España, la Iglesia no abrió los documentos para el Defensor del Pueblo.
¿Los abusos sexuales en la Iglesia Católica no son hechos aislados, sino un problema estructural que aqueja a todos los países y fuertemente a Latinoamérica?
El caso de Pedrajas refleja cómo la Iglesia, a lo largo de las últimas décadas, ha tratado los casos de abuso. Es decir, había un sacerdote o clérigo que abusaba de un menor, el rumor se corría y a esta persona la trasladaban. Esta persona seguía abusando y cuando esa persona seguía abusando, como el caso de España, lo trasladaban a Bolivia, a América, y seguía haciendo lo mismo. Se ve el tema de cómo había sacerdotes que abusaban y luego cómo la Iglesia actuaba de una manera metodológica en todo el mundo. Luego hay otra perspectiva y es que la publicación de este caso ha sido única, en el sentido de que es la primera vez que se ha tratado este tema desde adentro. Hasta ahora, todo lo que se publicaba era a través de cierta documentación de la Iglesia, denuncias y demás, documentos jurídicos y el relato de las víctimas. En esta ocasión, es un diario en el que habla el abusador y lo cuenta desde dentro de la Iglesia y eso lo hace único.
¿Cuál es su lectura de la reacción en Bolivia?
Es un caso particular por cómo ha reaccionado Bolivia, primero la sociedad, que sintió esto como doloroso y complejo a la vez porque hablamos de una orden que actuó de una manera impune en este tema del encubrimiento. Luego, las instituciones actuaron de una manera muy rápida. Las instituciones del Gobierno, que iniciaron una investigación, pero también de la Compañía de Jesús, que abrió una investigación y de manera insólita apartó, la primera semana, a los que tenían cargos superiores. Eso no he visto en otros países, de una manera rápida.
¿Fue esa insólita reacción la que lo trajo a Bolivia?
Tenía pensado venir a Bolivia después, no sólo para seguir investigando, sino también porque yo tenía el deber de conocer a las víctimas y por la necesidad de conocer al país del que estoy escribiendo. Es difícil para ellos hablar por teléfono. Yo creo que debía venir para conocer a algunos. También para hacer algunas entrevistas a los responsables de aquí. Que los medios bolivianos hayan cogido el tema y lo estén informando a su manera es importante. Eso ayuda a que salgan más víctimas.
El caso de Pedrajas es un caso que está conectado, temporalmente o cronológicamente, con otros casos que han sucedido en la Compañía de Jesús. Seguiremos en este caso y, de manera inevitable, es probable que salgan más
sacerdotes.